Como profesionales que somos, nos movemos por objetivos que tratamos de alcanzar. Esto es algo muy normal para nosotros, lo damos por hecho, pero, algo que no consideramos muchas veces es que, igualmente, nuestros clientes también lo hacen. Ellos también tienen números e hitos que conseguir.
En nuestro caso, no importa si es el desarrollo de un producto o mejorar la eficacia de nuestro negocio.
A veces nuestros objetivos son totalmente incompatibles con los de nuestros clientes y no nos damos cuenta. Queremos que los clientes compren nuestros productos o adquieran los servicios que ofrecemos, intentamos convencerles de que necesitan lo que ofrecemos, de que somos su mejor opción, pero más a menudo de lo que nos gustaría encontramos resistencia, pues nuestros clientes tienen distintos objetivos y metas. Si difícil es llamar su atención, más lo es lograr nuestros objetivos respecto a ellos.
Debemos realizar una aproximación diferente: ¿qué pasaría si tuviésemos los mismos objetivos y metas que el cliente? ¿qué pasaría si nuestros objetivos estuviesen completamente alineados con las prioridades y objetivos de nuestros usuarios?
Si nos centrásemos exclusivamente en ayudar al cliente en mejorar, en obtener una experiencia de cliente más satisfactoria y en cubrir sus necesidades en lugar de focalizar todos nuestros esfuerzos en vender, tendríamos, no solamente clientes satisfechos, sino clientes fidelizados, y, en muchos casos, prescriptores de marca.
Esa es nuestra obligación como profesionales, esa debe ser nuestra meta principal, una meta que olvidamos más frecuentemente de lo que deberíamos. Tenemos que tener en cuenta qué es lo que el cliente o usuario quiere pensando en cómo le podemos ayudar, cómo solucionar sus problemas. Y todas las acciones que realicemos tienen que tener sentido.
Es mucho más fácil crear engagement con los clientes cuando nuestros objetivos están alineados con los de nuestro cliente. Al compartir sus metas nos estamos centrando en ellos.
Creamos valor cuando los ayudamos a alcanzar sus objetivos.
¿Cómo lo haces tú?