El marketing digital y las redes sociales son un gran medio de realizar acciones conducentes a la consecución de unos objetivos concretos, objetivos que van, o deberían ir, totalmente alineados con la marca, con su misión, su visión, y, de nuevo, con sus objetivos. Estos objetivos se consiguen realizando acciones que necesitan un análisis para conocer el alcance y la repercusión de estas a la hora de evaluar el éxito y la marcha de nuestra estrategia.

Cuando nos sumergimos en redes sociales, generalmente necesitamos crear un informe acerca de la actividad de redes sociales, algo que podemos hacer usando las muchísimas herramientas que nos pueden dar el número de visitas, los retweets, los comentarios que nos hacen los usuarios o cuántas personas han clickeado en un enlace que hemos compartido. Es, digamos, el informe estándar.

Pero hay algo más que la analítica no suele tener en cuenta: y es que los clientes no son números, son mucho más. Son personas. Y hay que tenerlas en consideración.

Los clientes tienen emociones y frustraciones, y, si bien podemos saber cuántas visitas nuevas hemos tenido en nuestro blog o web, mirando las analíticas, por muy bien que las miremos, no podemos saber qué es lo que piensan o sienten al leer un artículo nuestro.

Si nuestras analíticas nos dicen que un 70% ha visto una publicación, es un dato que nos viene genial conocer, es un dato importante, pero, sinceramente, creo que es mucho más interesante e importante saber porqué no pinchó en ella el resto de nuestra comunidad.

Las analíticas informan, de eso no hay ninguna duda, pero un test de usabilidad nos va a decir el motivo por el cual los usuarios, clientes o no clientes, han abandonado nuestra pagina web antes de finalizar el proceso de conversión al completo.

Lo cierto es que uniendo los datos cualitativos con la información que nos proporciona la analítica web, que no son más que datos cuantitativos, podremos conseguir un conocimiento mucho mayor y mucho más profundo de nuestros clientes.

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