El Storytelling, por mucho que nos lo quieran vender así, no es nada nuevo.

Desde siempre, los conocimientos se han transmitido en forma de historias. La mitología es un claro ejemplo: las historias de los dioses clásicos se contaban de generación en generación para explicar hechos, o incluso, en un tiempo más reciente, los cuentos han ejercido la misma función, como por ejemplo, El Conde Lucanor.

Se ha usado el arte de contar historias como un medio de enseñanza y persuasión desde siempre, y se ha demostrado que es un método muy efectivo.

Ahora bien, ¿por qué el contar historias, el Storytelling, funciona tan bien?

Cuando leemos un texto descriptivo, o vemos una presentación, se activan los sectores del cerebro, que descodifican el lenguaje, llamados el cerebro de Broca y el de Wernicke. Una vez nuestra vista detecta el lenguaje, los “datos” llegan a estas regiones del cerebro y son descodificados por ellos, y nada más. Sin embargo, si escuchamos una buena historia, además de estas dos regiones cerebrales, se activa otra, que es la que usamos cuando estamos experimentando la historia en sí, como se ha comprobado en investigaciones científicas recientes. Cuando utilizamos palabras como “sopa”, “aroma” o “flor”, se activan en nuestro cerebro áreas que nos permiten identificar esas palabras con sus olores. Se activa el Córtex Sensorial, mientras que si las palabras son relacionadas con acciones, la parte que se activa es la corteza motora.

Esto significa que una buena historia nos hace vivirla, sentirla y recordarla en nuestro cerebro, además de identificarnos con ella en algunos casos. Una buena historia hace que el que la lee o el que la escucha se sienta identificado con ella porque ambos elementos se intercomunican de alguna forma, interviniendo, por supuesto, el elemento emocional.

Sabemos con certeza que una historia hace que el cerebro se active, pero también que quien escucha una historia quiere sentirse parte de ella, idenficarse con la misma de alguna manera, y, puede ser que le evoque recuerdos de un período determinado de su vida, con la niñez o algún momento importante.

Por otro lado, las metáforas y el lenguaje no literal son parte importante del Storytelling, y cuando escuchamos por ejemplo, en un poema renacentista “los rubíes de su cara” o “las perlas de su boca”, nuestro cerebro inmediatamente tiende a identificar esa información con la que nosotros tenemos en nuestra mente y que es real, permitiéndonos saber casi de inmediato que se refiere a los ojos y la boca, respectivamente. Nuestro cerebro tiende a relacionar causa-efecto.

Una buena manera de crear un buen storytelling es crear historias con las que otros usuarios puedan sentirse identificados, historias simples, nada complicadas, que puedan recordarse y que tengan los elementos básicos de esta herramienta.

¿Cómo usas el Storytelling?

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