Todos los que nos dedicamos a esto del marketing o del marketing online estamos familiarizados con términos como Copywriting o Storytelling, técnicas ambas en las que, mediante la creación de un determinado contenido, tratamos de vender un producto o servicio.
Mientras que el Copywriting consiste en vender indirectamente un producto sin mencionarlo, por ejemplo, si somos un centro educativo, escribiendo artículos acerca de la gran importancia de obtener una formación de calidad, el Storytelling trata más de conectar con las emociones y las sensaciones del posible cliente, tratando de hacernos recordar o más bien, de evocar, situaciones que nos han marcado de alguna forma a lo largo de nuestra vida.
Se trata de contar una historia con moraleja, logrando que el usuario saque la lección de necesitar comprar o adquirir nuestro producto, servicio o marca. No es algo nuevo, simplemente es la evolución de las antiguas fábulas aplicadas a conceptos más marketinianos, fraguándose esta nueva forma de hacer marketing, por decirlo de alguna manera, sensorial, en los Estados Unidos durante los años 80 y consolidándose en la década de los 90.
Pero, para lograr que el usuario se conecte a nosotros, para crear un lazo que vaya más allá de lo puramente comercial y tocarle la fibra sensible, evocando, por ejemplo, recuerdos de su niñez(táctica muy utilizada por las marcas que hacen este tipo de marketing), no es bastante crear una buena historia, necesitamos mucho más.
Es necesario para realizar una buena acción de storytelling que el usuario se sumerja por completo en el mundo que estamos creando para él, que pueda navegar en cada recodo de la historia, aprendiendo más de ella y aumentando su experiencia sensorial, es decir, conectando por completo con su mente, metiéndonos dentro de ella tanto como él en nuestra historia. Necesitamos que el usuario quiera conocerlo todo acerca de la historia: ¿quiénes son los personajes?, ¿cómo han evolucionado? Inmersión total.
Pero hay que ir mucho más allá, necesitamos que sienta la necesidad de interactuar con la historia, influenciarla, modificarla…
Los elementos de una historia deben estar perfectamente cohesionados, y es interesante que la historia pueda interferir de alguna manera con la vida real, uniéndose en ambos puntos vida real y ficción, además de poder inspirar a los clientes para que adquieran, compren o contraten el producto o servicio que les estamos vendiendo.
Los storytellers no son más que cuentacuentos, pero cuentos que venden productos.