La formación en social media es, como no me cansaré de decir jamás, un tema un tanto espinoso. Hace poco escribí un artículo en un medio en el que exponía mi opinión al respecto, aunque en esta ocasión, este no es el tema que quiero abordar esta vez.
Un profesional de los medios sociales tiene que tener claro desde el principio un aspecto que, y no debería ser así, es fundamental y que casi nunca se tiene en consideración: el profesional del social media siempre tiene que estar actualizado y siempre tiene que estar abierto a aprender. ¿El motivo? Simple y llanamente para no quedarse atrás y perder la ventaja competitiva que podríamos tener con una actualización constante.
Lo que sí es cierto es que la mejor forma de aprender es hacer. Pasa en todos los aspectos de la vida. Yo recuerdo cuando era estudiante de Instituto, me encantaba la clase de Literatura. Mi profesor, Jose María, nos explicaba exhaustivamente cómo hacer un comentario de texto de una obra literaria, un poema, un relato… Nos explicaba la estructura que tenía que tener en cada caso, la retórica a usar… pero realmente, no nos surgían las dudas y no aprendíamos a hacerlo hasta que no nos poníamos manos a la obra. Pasar de la teoría a la práctica, pese a que es, sólo aplicar los conocimientos, es más complicado de lo que parece.
Por ese motivo, nuestros profesores, mentores, de los que aprendemos todo lo que necesitamos para ponernos en marcha, son fundamentales en nuestra carrera.
Para empezar a correr, primero necesitamos andar.
El social media marketing se puede aprender de muchas maneras, no sólo con un curso, pero la cuestión importante es que los conocimientos que adquiramos sean correctos y adecuados, puesto que esos serán la base de todo lo demás.
Una vez ya hemos adquirido esos conocimientos y nos lanzamos al mundo laboral podemos tener la suerte de entrar en contactos con otros profesionales de los que podemos seguir aprendiendo. De ellos aprendemos cómo funciona realmente nuestro trabajo, cómo se hacen las cosas saliéndonos del plano más puramente teórico, podemos aprender que podemos llegar a un destino por más de un camino, que hay rutas alternativas, y, por supuesto, aprendemos que hay muchas más cosas que tenemos que aprender, aunque nos especialicemos en un campo o materia determinada. Siempre hay cosas que aprender. Siempre.
En nuestra profesión no es nada extraño que las empresas incorporen becarios, los “alumnos” de la marca a los que los profesionales tenemos que enseñar a trabajar.
De ellos es de quien más podemos aprender.
Necesitamos aprender de ellos a tener esa mentalidad abierta, a estar siempre dispuestos a aprender, y, a cuestionar todo lo que no se entiende. Es necesario ser analíticos siempre y no ser soberbios, ya que cuando llegamos un tiempo determinado trabajando en este mundillo social tendemos a pensar que lo sabemos todo, que ya nadie nos puede enseñar nada.
Nada más lejos de la verdad. Los que aprenden son los que más enseñan.
Nuestros alumnos siempre pueden plantearnos cuestiones que no nos hemos cuestionado nosotros antes, pueden enseñarnos la otra cara, y, lejos de ser un inconveniente son un gran activo.
¿Qué pensáis vosotros?
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Buen post pero la pregunta es, ¿Alguna vez se le da voz al becario?…en mis casi 3 años de experiencia laboral que tengo, puedo decir que rara vez…