Si tu único objetivo en esta vida es hacer pasta, entonces, despedir a un cliente es algo que no se te pasa ni por la cabeza. Resultado: te acabas hartando de se ese cliente, y eso puede hacer que tu trabajo con él se resienta. Si lo que quieres es trabajar con gente que no te mola, entonces mejor busca a un jefe y a unos malos compañeros para ti, pero, si lo que eres es un freelance o tienes una empresa, sea del tamaño que sea, entonces lo podemos petar, tendremos el poder y la libertad de decirle NO a un cliente.
[Tweet “¿Cuántas veces has escuchado que un cliente es mejor que ninguno? Pues no es verdad”]
Todos los clientes no son buenos. Desde luego, todos los clientes no son los ideales. Lo que está claro es que no importa lo duro que trabajes para conseguir un cliente, habrá un momento en el que tendrás que despedir a algunos. Créeme, sé que quieres ayudar a todo el mundo, pero no puedes. Estás ahí para ayudar a un determinado grupo de personas. Las que te valoran y te respetan. Y eso es innegociable.
Con un cliente que tienes que despedir no te sientes a gusto. Sientes tensión, ansiedad y, cada vez que te hablan de él es como un dolor de muelas. Estas señales están ahí para llamar tu atención. Te dicen que estás trabajando con la persona equivocada.
Hay varias razones por las que deberíamos dejar de trabajar con un cliente, como, por ejemplo, como que sus actividades violen los códigos de moral o de conducta, que te falte el respeto o te insulte. A veces, simplemente, no encajamos. Eso es todo.
Una vez sabes qué es lo que no te encaja, es hora de afrontarlo. El problema no se va a ir por arte de magia, y no lo debes ignorar. Si lo haces, la bola solamente será más grande, motivo por el cual tienes que tener bastante mano derecha con este tema.
El primer aviso puede ser informar a tu cliente de la situación. Es posible incluso que no se haya dado cuenta de lo que ocurre. Explícale bien a tu cliente qué pasa, siendo honesto y considerado.
Si quieres tener un poco más de consideración con la persona con la que estás trabajando, si ocurre una segunda vez, vuelve a decírselo. Cambiar un hábito requiere tiempo, aunque si es demasiado, tal vez no quieras hacerlo.
[Tweet “El punto máximo es acabar con tu cliente, no matarlo, sino acabar la relación profesional, claro”]
Llegados a este punto, lo mejor es remitirlo a la conversación inicial y explicarle que ya ha pasado una o varias veces. Dile que no puedes seguir trabajando con él porque simplemente no encajáis. Si le has cobrado un servicio que no le has dado, devuélvele el dinero, sé honesto, y simplemente, pasa página.
Eso sí, ten en cuenta varias cosas, como por ejemplo, no hables con tu cliente si estás en caliente, ya sabes, cuando nos cabreamos podemos decir o hacer cosas que no queremos, ni dejes a un cliente por las buenas, sin explicación ni previo aviso. Haz lo que dices que vas a hacer, y por supuesto, no te lo lleves a un plano personal.
Cuando trabajas para otras personas tienes que sentirte a gusto con lo que haces y cómo lo haces, y, si eres haces tu trabajo sinceramente, atraerás a clientes que respeten tu forma de hacer las cosas, porque este mundo es muy pequeño, y tarde o temprano, todo se sabe.
Así que si tienes que hacerlo, despide a tu cliente.