No soy muy ducha en esto del bricolaje, y eso tengo que admitirlo. 

Recuerdo que no hace mucho me lancé a la aventura y traté de montar una silla de escritorio, algo que a priori es muy sencillo y sin complicación alguna, y a ello me puse. Cuando acabé de montarla, ya muy orgullosa de mi hazaña, me senté en ella y aquello era la cosa más incómoda del mundo: cuando te sentabas, estabas inclinada hacia delante, y el regulador de altura del asiento no funcionaba. Cuando alguien me dijo que lo que había hecho estaba mal y la montó de nuevo, noté, como es lógico una diferencia abismal, pero abismal de verdad.

Pienso mucho en eso cuando hablo con algunos clientes, sobre todo cuando me dicen que han intentado entrar en los medios sociales pero que no les ha servido de nada.

[Tweet “Igual que yo con mi silla, algo estaremos haciendo mal, ¿no?”]

La gran mayoría de marcas y empresas, sea cual sea el tamaño, han escuchado a estas alturas de la necesidad de tener presencia digital en canales como Twitter o Facebook para promocionarse y darse a conocer, y saben que necesitan tener una cuenta. Pero, como las redes sociales no cuestan dinero, pues, cualquiera puede usarlas. ¿Para qué contratar a un profesional?, sobretodo, si conozco a alguien que se apañe con los ordenadores.

Y es que abrir un perfil en alguna red social es muy sencillo. Pero lo fácil se convierte en difícil a la hora de utilizarlas para tu propia marca personal o para la de tu empresa. 

¿Qué compartimos? ¿Cómo conseguimos followers, fans, retweets y demás?¿Cómo haces para que se interesen por tu perfil?, y sobretodo, ¿cómo conviertes todo eso en clientes?

El motivo por el que el social media tiene tanto éxito es porque es la forma más sencilla que tienen las marcas (y también más directa) de interactuar con los clientes, y además, no podemos olvidar que las decisiones de compra se toman en gran medida basándose en las opiniones y experiencias vertidas en las redes sociales.

Por suerte, poco a poco este panorama va cambiando y se va adquiriendo conciencia de la necesidad de profesionalizar cada vez más las redes sociales. No obstante, cualquiera que quiera usar estos canales debe ser muy consciente de que la idiosincrasia de cada una de ellas es distinto: una vez definamos y decidamos las plataformas que vamos a utilizar hay que aprender a usarlas y a implementarlas para nuestro negocio.

Lo positivo es que existe muchísima información sobre esto, y la mala es que el aprendizaje requiere tiempo. 

Lanzarse a lo kamikaze puede ser muy perjudicial para nuestra marca, y una pérdida de tiempo y dinero.

[Tweet “En redes sociales no hay atajos, y contratar a un profesional es lo mejor para tu marca.”]

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