Como decíamos en el post anterior, debemos hacer las cosas de forma distinta para crear comunidad. Lograr grandes cosas implica probar y equivocarse, y no una vez ni dos. En un blog puedes encontrar, si miras los primeros posts, contenido que está bien objetivamente, trabajado y correcto, pero que, al fin y al cabo, puedes encontrar en otro sitio. En mi caso, analicé cuál podría ser mi seña de identidad, lo que me diferenciara para dar un valor añadido, y poco a poco fui derivando en títulos un poco más irreverentes y divertidos, creando así mi marca y logrando mi propósito, que un post de mi cosecha pudiera ser fácilmente reconocible.

Hay que evolucionar, chavales. Share on X

Pero hay algo impepinable, y es que todo esto no es más que palabrería barata si no nos lo curramos de verdad, como los campeones. Es posible que hayas nacido con un don para la escritura, o no, como en mi caso, pero de todas formas, necesitarás trabajar y ponerte las pilas de veras para mejorar y para descubrir qué es lo que mejor funciona para ti como profesional, para ser capaz de dar a tu audiencia y a tu comunidad lo que necesita sin que tenga que pedírtelo, y, por supuesto, tu mantra debe ser siempre la calidad, céntrate en eso y de ahí no te salgas.

A veces pensamos que escribiendo más posts ganamos la carrera, pero lo que hacemos, a la larga, es lesionarnos, igual que si un deportista fuerza su cuerpo demasiado. Al final se rompe.

Sí es verdad que necesitamos una frecuencia de publicación coherente, tanto en el blog como en las redes sociales, pero siempre persiguiendo esa calidad y excelencia de la que he hablado antes. Tenemos que petarlo. Así de claro.

Pero no confundas la calidad con la perfección. No peques de eso. La perfección requiere mucho tiempo y muchos errores, y, además, dicen que es enemigo de lo bueno. Y lo cierto es que crear comunidad requiere más tiempo que perfección

Calidad es consistencia. Y punto pelota Share on X
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