Está claro que cada uno de nosotros somos diferentes. Yo soy de mi madre, y tú, de tu padre.

Algunos nacemos y nos desarrollamos durante toda nuestra vida con idea de trabajar en una empresa y jubilarnos en ella, y otros preferimos arriesgarnos (sí, arriesgarnos, al menos, en este bendito país) y cometer la locura y la insensatez de hacernos autónomos para trabajar por cuenta propia, pese a todas las dificultades que conlleva ser autónomo.

De ahí el título de este post, los Emprendedores son de Venus, los contratados de Marte, porque lo que no se puede es negar que el emprendedor está hecho realmente de una pasta especial y diferente. Son personas a las que no les importa (y están preparados) para nadar a contracorriente; siempre buscan la solución más efectiva a sus problemas y dificultades sin depender de un superior que toma la decisión por ellos, se arriesgan para bien o para mal y son personas que saben adaptarse a las situaciones que vienen. Por lo general, parten con muy pocos o nulos recursos y son capaces de buscarse la vida buscando sus propias oportunidades.

No obstante, hay quien se declara emprendedor, pero no tiene las características y habilidades necesarias para ello. Esto no significa que haya que asumir riesgos innecesarios, pero tienen que estar calculados y siempre tienes que tener la intención y el plan para minimizarlos, sobretodo, si estás empezando con tu empresa. No es tarea fácil, pero hay que hacerlo, además, no hay una forma mágica para ello.

A pesar de que seguro que hay por ahí casos de éxito, no existe una hoja de ruta que seguir. En todo comienzo existen una gran cantidad de variantes. Podemos implementar algunas buenas acciones, pero lo mejor es ser flexible.

Es un desafío, pero también supone una fortaleza importante para las pequeñas empresas.

Una pequeña empresa se enfrenta a dificultades complicadas de atacar, como la falta de financiación al tener pocos clientes, realizar la gestión de la misma…problemas diferentes a los que una gran empresa debe encarar.

Nuestro punto fuerte debe estar en nuestro tamaño a pesar de que todos nos digan que no vamos a conseguir absolutamente nada, aunque encontremos en nuestro camino la mayor piedra que podamos encontrar: el Ego. Aumenta de manera directamente a nuestro crecimiento laboral y profesional.

Los emprendedores pueden pasarse el día trabajando porque dependen de ellos mismos y tienen que salir adelante a diario, por lo que solemos pensar que nuestra forma de hacer las cosas es la correcta y cuando alguien nos dice que hay otra manera, nuestro ego no nos permite aceptar el consejo, y es aquí justamente donde pinchamos.

Naturalmente, nadie va a vincularse tanto con una persona que la ha creado, ya que el trabajador busca su beneficio y cuando no le ofrecen lo que busca, sigue buscando, pero la motivación del emprendedor es muy distinta. Él es, en muchas ocasiones, su propio producto y su propio servicio.

Mientras que el emprendedor pone su énfasis en sacar el mayor beneficio y buscar nuevas oportunidades para su empresa, el trabajador piensa en desarrollar su tarea de la mejor manera posible y recibir su sueldo a final de mes, aunque también en desarrollarse.

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