Pues parece que hoy me he levantado combativa. Así, como lo lees. 

Y es que nada más ponerme delante del ordenador, he abierto uno de los canales sociales en los que a diario navego y he empezado a ver esas magníficas frases motivacionales que últimamente están tan de moda y que, sinceramente, tan tontas me parecen. 

No discuto ni pongo en duda que a veces, a algunas personas les puedan valer para sentirse un poco mejor o que se sientan identificados con ellas, pero, sinceramente, a mi me parecen palabrería, y parece que cualquier cosa puede ser una frase mindfullness o de motivación. 

A mi no me valen para nada. 

Mis frases de este tipo favoritas no solamente son las que encuentras a lo largo y ancho de internet, sino las que más de una empresa y de un profesional usa para decir lo importante que es trabajar en algo con pasión. Y es que parece que trabajar con pasión es la cura a todos los males. 

No importa que seas un buen o un mal profesional, la pasión lo cura todo, lo suple todo. Es el alfa y la omega.

Pero, ¿sabes? La pasión no paga las facturas.

Y es que nos hemos acostumbrado al discurso de “necesitamos una persona a la que le apasione su trabajo”, cuando realmente significa “queremos una persona que, le pidamos lo que le pidamos, va a a trabajar contento y a realizar un trabajo de calidad le paguemos lo que le paguemos”. Todos hemos claudicado alguna vez a eso, la mayoría de veces por la necesidad de trabajar para ganarnos la vida, pero, en realidad, esa necesidad hemos hecho que nuestro sector esté completamente agotado y reventado. 

¿Pasión, dices? Vamos a valorar lo que hacemos y cómo lo hacemos. Un BMW vale lo que vale, y si no lo puedes pagar, no lo compras. 

Es verdad que trabajar en algo que te gusta te hace sentirte mejor contigo mismo y, sí, trabajas con otro ánimo, pero, seamos completamente realistas. Cuando trabajas, la pasión no te da de comer. Te da de comer un puesto de trabajo, un cliente… en resumen, el dinero. 

A ver, a mi me apasiona tocar la guitarra, cantar, pero no me da de comer. Ni puedo con ello pagar mi casa.

Respecto a lo profesional, me llama mucho la atención que, (ojo, a mi me encanta y me apasiona lo que hago) cuando voy a ver a un cliente y nota que me gusta mucho lo que hago, no sé si lo que percibe es que es para mi un hobby, y trata de regatearme precios como si fuese un mercado callejero. ¿En serio? 

¿Acaso el hecho de que te guste lo que haces, lo hagas bien y seas profesional implica hacerlo gratis? 

Bueno, en este caso, la verdad es que la pasión sí paga facturas, pero… (igual con esta sola frase me he cargado toda la argumentación anterior, pero bueno)

Sobre esto podríamos hablar largo y tendido tú y yo, estoy segura, pero por lo pronto, ¿tú qué opinas?

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