Trabajar en el mundo de las redes sociales y del marketing digital es trabajar en un mundo marcado por el ego. Vemos el ego en muchísimas formas distintas: el usuario que mira su puntuación en Klout, la marca que quiere saber cuántas veces han compartido su entrada en el blog, el que quiere saber cuántas visitas ha tenido su web, cuántos retweets hemos tenido, cuánto nos han mencionado, y, por supuesto, el Rey de Reyes, cuántos likes tenemos en Facebook y cuántos seguidores en Twitter.
Es puro ego. Sin duda.
También vemos el ego en la marca que escribe lo bueno que es su producto o servicio en su blog.
Pero en ocasiones, cometemos el error de permitir que sea nuestro ego el que guíe nuestros esfuerzos en lo referente al marketing y la comunicación, puesto que con ello, lo único que conseguimos es darnos el premio de la displicencia. Es algo ridículo que no le importa ni interesa a nadie.
Nuestros egos son el problema, el tuyo y el mío, pero no el Ego en sí. El truco es ignorar el propio y usar el de la otra persona como herramienta, aferrarse al de tu comunidad y el de los influencers.
De hecho, el ego es uno de los principales factores que nos llevan a compartir contenidos, aunque haya quien se resiste a reconocerlo, puesto que nos define hacia los demás y nos hace recibir su validación y reconocimiento, ¿y por qué ocurre esto? porque a la gente le gusta compartir cosas con las que se les pueda identificar.
Para apelar al ego de tu audiencia, de tu comunidad, crea contenido que los ayude a definirse y a ser percibidos por los demás. Por ejemplo, compartir contenidos sobre Apple y que otros lo compartan, implica que son vistos como personas dinámicas, interesadas en la tecnología y de un perfil determinado. El poder de la Manzana.
Los influencers no son una excepción. Siempre están mirando por sus intereses, lo que significa que son personas, y que, por supuesto, también tienen su ego. Y ese es su punto débil para llegar a ellos.
Si nos acercamos a un influencer con una petición, podemos centrarnos en comunicarle cómo puede ayudar a la causa, pero si caemos en el halago fácil y en el “hacer la pelota”, fracasaremos en nuestro intento. Seguro.
Por ejemplo: si hablo de Social Media y al influencer que quiero acercarme tiene libro nuevo o un post que me ha gustado, le puedo pedir que haga una entrevista para mi acerca de su lanzamiento.
Por otro lado, los comentarios en el blog gustan y sientan muy bien. Todos hemos abierto nuestro blog alguna vez y hemos dicho : “x comentarios. Mola”
Cada vez que haces un comentario en el post de un influencer estás validando el pensamiento y el esfuerzo que ha hecho. Hazlo a menudo y, tarde o temprano, te verá como un supporter, como alguien que le apoya y con quien se puede crear una relación un poco más estrecha. Y lo mismo pasa con las redes sociales, con los likes y los retweets.
Y es que, amigos, el ego bien usado no es negativo para hacer marketing, sino, todo lo contrario, es una gran forma de llegar a los demás. Sólo hay que recordar con qué ego hay que trabajar.
Una pista: no es el tuyo. 🙂