No importa demasiado si tus ideas son buenas o malas. A veces la olla se te va.
La verdad que escuchar me ayuda a coger perspectiva, pero la palabra “no” también ayuda mucho. Piensa que si te dicen que no a una idea es una oportunidad de confiar la decisión a alguien más y eso es mejor que creer ciegamente que lo vas a petar con tu idea. Además, a mi, al menos, me ayuda a tener paciencia (soy muy impaciente, aunque no lo creas), porque a lo mejor no es el momento para llevar a cabo esa idea que piensas que es brutal. Y, por supuesto, me ayuda a mejorar mi trabajo y encontrar formas mejores y nuevas de llevar a cabo esa idea.
[revec2t text=”La palabra no mola tela”]
“No” puede que no sea tu palabra preferida, pero si ofreces servicios añadirla a tu vocabulario habitual a la hora de elegir clientes puede ser una táctica impresionante para avanzar. Puede ser muy bueno dejar a un mal cliente, además de que eso te puede beneficiar a nivel de marca.
[revec2t text=”El mal cliente evoluciona, como los Pokemon”]
Cuando comienzas a prestar tus servicios, casi siempre cualquier cliente es un buen cliente, pero a veces, las relaciones se pueden ver afectadas negativamente. Una forma de prevenir cualquier problema es firmar un acuerdo de trabajo. Si empiezas sin él y luego no eres capaz de ponerte de acuerdo con el cliente en determinados aspectos, te vas a ver atrapado con el cliente, tu trabajo se va a resentir y el cliente no va a estar satisfecho. Todas las partes pierden, algo que no te puedes permitir porque tú vives de tu reputación.
Antes de coger a un cliente nuevo, si no te da buena espina o no te apetece, lo mejor es decir “no”, pero antes intenta hacer un par de cosas:
[revec2t text=”Si el cliente te mola, aprende algo con lo que puedas ayudarle”]
Está claro que conocer a tu audiencia no es una pérdida de tiempo, ni saber cómo puedes ayudarle. Sabéis que me encanta la música y la guitarra/ukelele, y trato de ofrecer mis servicios a negocios del sector, como estudios y luthiers, así que traté de aprender cómo se hace una guitarra. He invertido parte de mi tiempo en aprender el proceso. Unos meses después un cliente luthier amigo con el que me encantaba trabajar me dijo que le habían pedido presupuesto de cómo hacer una guitarra, pero que no era capaz de ponerlo en papel. Y le pude ayudar.
Por otro lado, cuando tienes un buen cliente, tienes que estar al tanto de las tendencias más actuales, y de las técnicas. No siempre lo hacemos, porque nos distraemos con otras cosas y tareas, pero es fundamental.
Decir no siempre es una buena opción.