Cuando empecé en esto del marketing digital, hace ya algunos años, un cliente prometía en su web un cupón cada mes solamente para los suscritos. Yo pensé que iba a funcionar, porque daba algo más que su competencia, algo que en aquel momento era diferente a lo que hacían los demás, imaginando que los usuarios necesitarían una buena razón para que le dejasen entrar en sus correos electrónicos con esa periodicidad.

Lo cierto es que fue un error por mi parte, ya que asumí que estaría bien basándome en mis propios gustos: el enviar la simple relación de posts nuevos me molestaba un poco, pero, el hecho de dar algo diferente a los demás, es algo que apreciaba (y aprecio) a la hora de establecer una relación con una marca o con un profesional.

Unos meses después, me di un porrazo con la realidad. La creación de un descuento diferente cada mes era considerablemente más trabajo de lo que había previsto, y nos estábamos quedando sin proveedores que quisieran participar. Así que envié un boletín sin código. Y no pasó nada. No fue ninguna tragedia ni recibimos una avalancha de correos electrónicos cabreados o cancelación de suscripciones. Me di cuenta de que muchos de estos usuarios ni siquiera sabían que estábamos dando el cupón.

Y decidimos hacer una encuesta entre los suscriptores, de los que respondieron muy pocos, pero de ellos, solamente 6 dijeron que sin los cupones dejarían de seguir a la marca. Al resto no le importaban los cupones lo más mínimo. Y no os podéis imaginar el alivio que fue para mi como profesional ver que la gran mayoría de los usuarios no estaban allí por los dichosos cupones que tantísimos dolores de cabeza me estaban dando en aquel momento. Fue una liberación. De verdad.

Esto me hizo pensar en la cantidad de tiempo y energía que había tirado a la basura haciendo algo que no había interesado en absoluto al usuario, y lo importante que es hacer un diagnóstico de las necesidades de la audiencia/comunidad. No sólo en mi caso, sino en la mayoría de las newsletters. Cosas que eran superimportantes al principio, en unos meses se pueden quedar antiguos y sin ningún tipo de interés, pero no lo puedes saber a menos que preguntes a tu comunidad.

Una encuesta es la forma más sencilla de hacer esto. Teníamos 4000 suscriptores y sólo respondieron unos pocos, por lo que entendí que a la mayoría no le interesaba en absoluto. Pedir un email puede ser  como abrir la caja de Pandora, pero si puedes crear una dirección de correo electrónico dedicado para obtener feedback, algo que te reportará la retroalimentación que necesitas.

Ten en cuenta que estos usuarios, clientes, lectores o profesionales invierten en ti, y si tienes contenidos interesantes para ellos, seguro que van a compartirlos. Es mucho más probable que se interesen en ti si les ofreces lo que necesitan y no lo que tú necesitas o te gusta.

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