Si te dedicas al mundo del marketing digital y redes sociales, habrás visto lo que te voy a contar ni una ni dos veces, sino muchas, muchísimas veces…
Uno de los problemas a los que más frecuentemente nos tenemos que enfrentar los profesionales de este sector nuestro es al descrédito que tiene nuestra profesión en las empresas, que muchas veces, no “se creen” lo que hacemos.
Si bien es cierto que aún queda mucho camino que recorrer para lograr que las empresas españolas, y en especial del Sur de España, sean conscientes de la importancia de no solamente tener un plan de acción digital y una estrategia digital, sino de tener una presencia online adecuada a su marca, también influye muchísimo que en nuestro sector, entre nuestros mismos compañeros de profesión (ojo, no estoy generalizando) hay mucho falso profesional y mucho “paquetito por horas”, lo que no nos beneficia demasiado, sino todo lo contrario.
Lo primero que tenemos que hacer para impulsar lo que hacemos al lugar que se merece es respetarla, ser plenamente conscientes de que un plan de marketing anual no cuesta 200 euros, ni que podemos crear una presencia fuerte en los medios digitales con un tweet a la semana y una publicación en Facebook cada dos semanas.
Puedo entender perfectamente que estamos en un momento en el que la economía no goza de una muy buena salud, que estamos en crisis, pero no puedo entender que haya personas que tiren piedras a su propio tejado, que no es otra cosa que lo que hacen al realizar estas prácticas.
Al suyo y al de los profesionales.
Un profesional valora su trabajo, sabe que su trabajo cuesta dinero, es el know how lo que vendemos. No es apretar un tornillo, eso se hace gratis, sino saber qué tornillo apretar, mientras que estas personas y agencias lo que hacen es desatornillarlos todos y hacer que el coche se desmorone en cuanto empiece a andar.
El efecto que se produce en estos casos es doblemente perjudicial: para empezar, y el más importante en mi opinión, es que obligan a las empresas que contratan sus servicios a gastar un dinero del que ellos mismos saben que no van a sacar rédito alguno, sino que simplemente va a ser un fee para la agencia o persona que va a conseguir sin esfuerzo. Supone que al no sacar provecho de su inversión la marca desconfíe en los medios digitales. Todos sabemos muy bien el esfuerzo que supone crear una presencia en internet de calidad, crear relaciones con los usuarios, sabemos el tiempo que requiere y la implicación del profesional. ¿Cuál va a ser esa implicación si la valoramos en 40 euros al mes?
Por otro lado, genera la desconfianza del cliente hacia el profesional que le valora el servicio a la hora de proporcionar un presupuesto de una forma realista. ¿Por qué te van a pagar a ti 600 euros al mes cuando hay quien vende sus servicios por 400 euros al año?
Sin embargo, la gran mayoría de empresas prefieren lo barato a la calidad, sin preguntarse el motivo ni qué es lo que falla. No puedo entender porqué a la hora de comprar un coche, el modelo que quieras, si lo vemos muy barato, inmediatamente tendemos a pensar que hay gato encerrado (y no me refiero al que se usa para cambiar la rueda), pero si hablamos de medios digitales, ni siquiera se nos ocurre plantearnos el motivo.
Deberíamos empezar a concienciarnos nosotros mismos de que nuestro trabajo vale dinero, vale tiempo, vale conocimientos, y que todo eso tiene un precio. Si no lo hacemos nosotros no lo va a hacer nadie.
[Tweet “Al final, no se trata de ser caro, sino de ser diferente, de aportar valor.”]
Felicidades por el artículo, Inma.
Me ha gustado mucho tu punto de vista sobre este asunto, que comparto plenamente.
Realmente lo que comentas es perfectamente aplicable a otros campos también relacionados con el mundo digital. Parece que todo lo que tiene que ver con el mundo digital tiene poco valor.
Creo que parte del problema está en los profesionales que lo conformamos. Por desgracia, es muy habitual observar cómo nosotros mismos tiramos el precio sin necesidad de que ningún cliente lo haga.
Pienso que el problema real es que tendemos a cobrar por el “esfuerzo” que nos supone realizarlo, y como lo hacemos cómodamente sentados pues percibimos que es muy poco. Además de obviar la formación y experiencia acumulada como muy bien comentas en el artículo.
La clave para cambiar esto debe estar en valorar nuestro trabajo en base al valor entregado (y percibido) al cliente. Si lo pensamos es lo que ocurre con el que aprieta ese tornillo que comentabas. Al hacerlo nos soluciona el problema de un plumazo (ese es el valor entregado). Por eso realmente cobra.
Lo dicho, muy buen artículo.
Hola, Josema
muchas gracias por tu comentario. Me alegra ver que hay otros profesionales que comparten conmigo este punto de vista(así no me siento tan…no sé, tan así). Por desgracia, y, por suerte a la vez, creo que hay mucho trabajo todavía que hacer. Un trabajo de concienciación, empezando por nosotros los profesionales, ya que de otra forma, ¿cómo lo van a hacer nuestros clientes?
En fin, muchas gracias por pasar por aquí.
Ya sabes dónde encontrarme para lo que necesites.
Un abrazo fuerte.